miércoles, 24 de diciembre de 2008

Las reglas del juego

Imaginemos un final diferente para la final del futbol colombiano : se mantiene el resultado del partido de ida, y en el minuto 90 del partido de vuelta, Medellín va ganando 1 a 0. Al capitán del América se le ocurre, de pronto, reunir a su equipo; acto seguido, el capitán americano se acerca al árbitro y le dice:

"Mirá, vos sabés que nosotros hemos sido el mejor equipor del torneo y que no merecemos perder; además toda la hinchada quiere que nosotros seamos campeones este año, ahí pa' empatar con la Feria de Cali. Así que hacenos del favor de alargarnos el partido hasta que empatemos, ahí vos terminás el partido y todos contentos".

Ninguna de las razones del jugador escapa al absurdo, y es obvio que para cualquier persona cuerda semejante propuesta es ridícula: a cuenta de qué un equipo va a cambiar las reglas del juego para su propio beneficio, en especial cuando están en medio del juego. Pero ¿acaso esto es muy diferente a la manida propuesta de reelección para el 2014? Nuestro querido inquilino de la Casa de Nariño, en boca de su ministro, pretende cambiar la pregunta que se presentó para la consulta popular, de modo que el congreso podría cambiar el texto y aprobar una propuesta de reelección para 2010 y no para 2014, a pesar de que la Cámara aprobó esto último, no lo primero.

Esta poco sutil pretensión de cambiar las reglas del juego a mitad del proceso se basa, según el gobierno, en dos cosas: la excelente gestión del Señor Presidente durante seis años y la iniciativa popular, "la voz del pueblo".

Sin ánimos de extenderme, sólo quiero dejar la duda acerca de la validez de estas razones: en primer lugar, ¿quién es el que decide si un gobierno está haciendo las cosas bien o no? ¿el mismo gobierno? ¿Los que lo apoyan? ¿Qué pasa con los que creen que el gobierno de turno no está gobernando bien? (esto es análogo a preguntar qué pensarían los hinchas del Medellín, que no quieren que América gane). En segundo lugar, las dudas se incrementan cuando tal razón se esgrime para defender la infalibilidad (ni siquiera la simple legitimidad) del pueblo colombiano que apoya el referendo reeleccionista. Según los adeptos al presidente, sería injusto anular la voz del pueblo hundiendo el referendo, como si ese pueblo tuviera siempre la razón, y como si en virtud de esa infalibilidad el pueblo tuviera la capacidad de saltarse las reglas de la constitución que lo rige (esto es similar a pensar que si los hinchas del América -más numerosos que los del equipo rival- quieren que su equipo gane, entonces el equipo tiene todo el permiso para querer cambiar las reglas del juego).

Afortunadamente, el juego tiene un árbitro, y está en sus manos decidir si las reglas del juego están totalmente a disposición del bando mayoritario que las puede cambiar cuando quiera, o si, por el contrario, incluso la mayoría debe someterse a las reglas fundamentales; personalmente, espero que el árbitro considere que hay reglas constitutivas del juego, sin las cuales no habría ese juego, sino otra cosa distinta, y que, por tanto, no se pueden cambiar al acomodo de la mayoría.
Las dudas son más profundas que esto, y hay otras cosas que considerar, pero sólo quiero expresar mi sospecha inicial. Dejo que lectores piensen si estas dudas son razonables o no.

martes, 16 de diciembre de 2008

Por una taberna

Siempre había pensado que esto de los blogs es una bobada hecha para desahogarse cobardemente por las cosas que no se pueden decir en el momento justo, con la palabras justas... A esto habrá quienes digan que lo que se escribe sale mejor que lo que se dice "en caliente". Puede ser cierto, aunque no necesariamente.

El motivo de empezar este blog nace del hecho de que esas prevenciones no son suficientes para aguantarse las ganas de expresar la sorpresa (junto con la tristeza, la rabia, entre otras emociones) por las cosas que suceden en esta república de mentiritas, en esta republiqueta. Como ven, lo anterior indica también que, en la mayoría de casos, mis opiniones no van a ser tan ponderadas como quisiera, sino que serán motivadas por la rabia, la euforia, etc., o sea, van a ser expresadas "en caliente"; la gracia es que esto no sea la regla... ahí vamos mirando.

Toda la motivación para haber hecho semejante introducción tuvo lugar ayer. En aquel recinto destinado para el ejercicio democrático de la nación, constituída en la "Cámara baja" o Cámara de representantes", sucedió algo que a muchos les debe revolver las entrañas: mientras a las víctimas de la secular violencia colombiana se las pasaban por la galleta (de nuevo), los astutos y honorables representantes (que, hay que reconocerlo, son astutos, como lo es un narcotraficante) gozaban de un descanso merecido por su ardua labor (a estas alturas del año, 40 proyectos de ley están represados) mientras tomaban whisky en los vasos en los que se sirve el tinto.

Hace poco acabé mi semestre y tengo ganas de ir a celebrar: pensaba ir a un lugar relajado, tranquilo, de buenos productos y mejores servicios, de esos lugares que abundan en el norte. Tal vez demasiado pretensioso. Con mis amigos la paso bien en muchos lugares más modestos, y también he tenido buenas noches en lugares aún más modestos, pero aún no he estado en una taberna. Pues para mi sorpresa, puedo evitar ir a lugares donde puedo morir de mala manera (una "taberna de mala muerte") y, en cambio, puedo gestionar una boletica para el recinto de la Cámara de Representantes. Puedo comprársela al representante de Nariño (que debe estar vendiendo hasta a la mamá porque su platica se le fué en una pirámide). También puedo llevar mi solicitud para que aprueben la reelección del Señor Presidente, al fin y al cabo están aprobando a pupitrazo limpio todo lo que no sea la ley de víctimas. Eso sí, de la fiesta me encargaría yo, porque mis honorables contertulios, y hasta el ministro Valencia Cossio (que, estando presente, dice no haberse dado cuenta de que los Represententes estaban de farra), no se darían cuenta si todos están bien atendidos, o si en vez de tomar whisky, se están haciendo los mojigatos tomando aromática.

Hay algunas cosas que me preocupan (como si todo esto no preocupara suficientemente) ¿será que la rumbita la hacen de vez en cuando, precisamente cuando están aprobando proyectos? ¿Será que varias de nuestra leyes han sido el infelíz producto de una emparrandada? aún peor, ¿será que la reelección presidencial (que se discute mañana) será discutida por una partida de enguayabados?
Sólo espero que, en unos días, no esté contando que en el Senado de la República se hacen los mejores "after parties" de la ciudad.