jueves, 5 de febrero de 2009

Responsabilidad política

En varias ocasiones Hannah Arendt menciona el acto de responsabilidad política que hizo Napoleón cuando, con ocasión de su toma del poder en Francia después de la revolución, dijo que asumiría la responsabilidad "por todo lo que Francia hizo, desde San Luis hasta el comité de salvación pública". Arendt anota que esto solamente es una muestra de la responsabilidad que los gobiernos, en la política, deben tomar por los actos buenos y malos de los gobiernos anteriores, y que no debe confundirse con la responsabilidad personal, referida sólo a los actos y omisiones de un agente individual. Esta caracterización se aplica, en cada caso, a todo el que, en virtud de su función en el aparato del Estado, deba cargar con una responsabilidad por quienes ocuparon anteriormente esa función.

Pero "cargar con las acciones de los antecesores" implica tomar conciencia no sólo de sus logros, sino comprender y asumir como propios sus problemas y fallas, para tratar de darles solución. En las instituciones políticas, la responsabilidad política implica asumir como propios los logros y fallos que afectan a la sociedad ante la cual se deben rendir cuentas, y en este sentido la obligación de quienes asumen el poder es dar solución a esos problemas; donde no haya perspectiva de solución, donde por sus propias actuaciones un gobierno vea que no puede cumplir los compromisos que tiene con sus gobernados, parece razonable asumir responsabilidades y retirarse del poder, todo ello para dar paso a gobiernos que puedan, verdaderamente, asumir los problemas heredados como propios y tratar de darles solución.

Todo esto es justamente lo que no ha hecho, en el caso particular, el director de Invías, Daniel García (hoy está en periodo de licencia no remunerada, que pidió para poder defenderse, pero no ha renunciado a su cargo). No es de mi interés ni está dentro de mis capacidades opinar acerca de si el señor García es realmente culpable de los cargos que se le imputan, pero que después de tantas semanas en las que, por defenderse de la acusaciones, no haya podido hacer una gestión correcta como funcionario, y aún así siga atornillado a su cargo, es muestra de una gran ignorancia frente a la responsabilidad política que debe asumir. Parece que el Señor García no se entera que por cuenta de la defensa de su dignidad y su "buen nombre" (defensa muy laudable, cabe decirlo), su capacidad como ejecutor de políticas públicas se ve mermada, y ello es claro indicio de que, seguramente, no ha sido capaz de asumir la responsabilidad que su cargo supone. No es solamente su reputación la que se ve afectada, también, y sobre todo, resulta afectado el funcionamiento de una entidad pública, de la que depende una importante parte de la marcha normal del país; y no pensar que por culpa de sus enredos privados el interés general se ve afectado, no sólo es ignorancia, sino una muestra de egoísmo. Creo que lo correcto es que el Señor García renuncie a su cargo, que de paso a alguien que en verdad (que con todo su tiempo y esfuerzo) pueda asumir la responsabilidad política de ese cargo.

Semejante acto (que sería una muestra de que ha comprendido que no puede ejercer correctamente su trabajo como funcionario) no tiene nada que ver con la responsabilidad que debe asumir como persona. No es cierto, como él afirma, que renunciar a su cargo sea aceptar que es culpable de los cargos que se le imputan: podría (y debería) asumir su responsabilidad política y renunciar, con miras a no afectar el funcionamiento normal de la entidad, aún si resulta ser inocente; la responsabilidad personal o jurídica, si lo quieren, no depende en este caso de la responsabilidad política.